Yo caminé por tus calles con mi ilusión de purrete
y remonté barriletes en la vía abandonada
aquella que nos llevaba con riles que eran caminos
en un sueño que llegaba de Velasco hasta el molino.
Villa Crespo fue la ruta que tramité sin apuro
porque yo estaba seguro de mi barrio y de mi gente
aunque quizás de repente una vecina grandota
nos cortara la pelota y nos llamara indecentes.
Aprendí a decir la hora en una escuela chiquita
que estaba en una sobre Darwin y Loyola
y ahí luciendo ella sola con tonos altos y bajos
en la fábrica del Acqua había un canto al trabajo.
Hice deportes en Fulgor y también en Villa Crespo
y nos dábamos el pesto jugando con Villa Malcolm
y allá en la calle Castillo en Gurruchaga y Uriarte
la pelota era el arte y le sacábamos brillo.
Atlanta lo conocí colándome por la via
ahi Carlete y Lucía y Vedia era un monumento
y aún en el alma siento que creyendo una quimera
compramos a Pedernera y nos fuimos al descenso.
Aprendí tangos en Corrientes en la glorieta Victoria
Con la figura notoria de Rossini su patrón
era un tano bonachón de una grandota nobleza
que nos dejaba pasar sin mirar las pilchas viejas.
Allá en el San Bernardo armaban el escolazo
y los jóvenes al maso nos rajábamos sin problemas
por eso rumbo al cinema nos ibamos con lo puesto
de reojo para el Mitre, el Rivoli o el Villa Crespo.
Cómo hablar del barrio nuestro si nos llega al corazón
el sonar de un bandoneón recreado por Paquita
en las calles donde citan, pintados como un mural,
las palabras de los libros de Leopoldo Marechal.
Eran tiempo de milonga con Pugliese de maestro
y así volviamos contentos sin apuro, despacito
y allá en el verde Agapito terminábamos con eso
especial jamón y queso, leche fría o cortadito.
Y si no para variar, cambiábamos la postura
llegábamos a La Pura a comernos un lomito
Mientras tanto muy bajito nos decía un tal Antonio
en este lugar sagrado creó tangos Celedonio.
Tiempo de corso en Corrientes de Canning a Juan B. Justo
como nos dimos el gusto de alegría entre la gente
y en jolgorio permanente de luz y papel picado
bailábamos locamente al ritmo del delicado.
A las escuelas de Serrano hasta el cuartel de bomberos
de nada olvidarme quiero seria injusto por eso
a nuestro diario el Progreso, a la famosa curtiembre
he de tenerlos presente porque siempre están de regreso.
Y aunque se inunde mi casa por culpa del Maldonado
yo sigo aquí aferrado hablándole a los que vienen
de los valores que tienen y a los que deben cuidar
pues todo puede cambiar, los modales o el vestuario,
pero nunca ha de morir la gloria de nuestro barrio.
Sos muy grande Villa Crespo para que yo pueda cantarte
tan solo quiero ofrendarte mi homenaje y mi cariño,
porque aprendí desde niño en el crisol de tu gente
ante todo a ser decente y cultivar la amistad.
Por eso nunca podrá el tiempo con su desgaste
ver a mi verso de arrastre o a mi emoción hecha llanto
yo me crié en Villa Crespo y a Villa Crespo le canto.
Por Carlos P. Ferrari (poeta y presidente del Centro de Jubilados del CC Atlanta)