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Foto del escritorAVC AMO VILLA CRESPO

EL CLUB DEL PIE GRANDE


Si formás parte del grupo de mujeres que calzan más de 40, sabrás la odisea que significa conseguir zapatos. De chica, me daba vergüenza entrar en las zapaterías porque al pedir “40”, la respuesta era un “noooo, para vos no tenemos” seguido de una bajada de ojos curiosa para pispear a los culpables, esos pobrecitos pies que en vano intentaban desaparecer de la escena. Pero aunque los tiempos cambiaron y las personas vienen más altas y sus pies naturalmente más grandes y nadie se espanta por un talle 40, lo que no cambia es la falta de oferta.

Inmaculada Ruiz Santana nació en España y hace 30 años que vive en Argentina. Este tema la tocó de cerca y un buen día escribió una carta de lectores contando su historia. La respuesta fue abrumadora: cientos de personas de todo el mundo le hicieron saber que tenían el mismo problema: no conseguían zapatos de su talle. Fue así que decidió hacer algo por ella, sus hijas y por todxs nosotrxs y fundó el Club del pie grande.

El club comenzó compartiendo una red de contactos con datos de tiendas y artesanos que hacían zapatos en números grandes. Pero la demanda era tanto mayor a la oferta que Inmaculada comenzó a convencer a cuanto tallerista encontraba para que fabricaran calzados más grandes. El club creció sin pausa y en poco tiempo abrió varios locales con miles de clientes. Por supuesto, Inmaculada fue además una de las impulsoras de la ley de talles de calzado.

Hoy, la noticia es que el Club del pie grande se instaló en Villa Crespo. Sobre la calle Acevedo 119 los carteles interpelan con un “Calzás más de 40?”, anunciando que ahí hay zapatos 41, 42, 43 hasta el 45 o más. El local, que Inmaculada atiende junto a Mónica, todavía mantiene un bajo perfil mientras aguardan que se terminen los trámites que catalogan al proyecto como cooperativa de trabajo, ya que actualmente el club da empleo a más de 40 personas y necesitan apoyo para sostener una estructura cada vez mayor que haga frente a la gran demanda.

Botas, chatitas, tacos altos, mocasines, alpargatas, zapatos de fiesta y un sinfín de modelos tienen su versión en el Club, con la doble ventaja de que los costos no son tan altos y muchas veces son fabricados por artesanos de reconocidas marcas que Inmaculada “persigue, persigue y persigue, a veces hasta 3 años, convenciéndolos de la necesidad de que fabriquen números grandes”. Ella les compra hormas, tacos, suelas y todos los insumos y así se va armando el stock. “Todos los zapatos que tengo se venden en menos de 24 horas”, cuenta. “Nos llegan montones de pedidos por día de todo el país”.

Aunque tapadas de trabajo, nada impide que tanto ella como Mónica, como buenas nuevas vecinas, se tomen el tiempo para compartir historias de vida que les llegan desde que se armó el club y que dan cuenta de que la ley de talles sigue siendo un tema pendiente. Aunque sancionada, no se pone en práctica y la falta de oferta de calzado genera descontento e infelicidad en un sector muy amplio de la sociedad. En su web, Inmaculada escribe: “Acá estamos, haciendo contacto, cantando presente... A no desesperar...”. Y nuestrxs pies sonríen. Saben que el club llegó al barrio y podrán sentirse lindos, cómodos y contenidos, porque ya no están solos.

CLUB DEL PIE GRANDE. Acevedo 119, casi esquina Murillo. Miércoles, jueves y viernes de 10.30 a 18.30hs, y sábados de 10.30 a 15hs. facebook: club del pie grande

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