¿Cómo nació Villa Crespo? ¿Cómo eran sus primeras calles, sus primeros vecinos? Hoy, tantos años después, es difícil imaginarlo. Dicen que Villa Crespo fue la primera Villa de Buenos Aires, porque se proyectó con escuela, plaza, iglesia y registro civil. Dicen que el arroyo Maldonado llegaba a verse clarito desde la esquina de Corrientes y Canning. Dicen que sus calles, todavía de tierra, eran oscuras con farolitos a gas solo en las avenidas más importantes. Dicen que había mal olor. Dicen que había vecinos de todas las nacionalidades que se agrupaban por calles según su procedencia y religión. Dicen que en Villa Crespo se crearon lazos de amistad eternos, que nacían en la escuela, el café, la esquina y el club.
A fines del S.XIX, el barrio todavía no era barrio. Era zona de quintas o más bien un descampado rodeado de pampa. El arroyo Maldonado, todavía imperturbable, aunque no por mucho tiempo. En 1885 la Fábrica Nacional de Calzado, de capital británico, compra la zona delimitada por el Camino de Moreno (Warnes), Ministro Inglés (Scalabrini Ortiz), Boulevard Corrientes y el cauce del Maldonado, para ampliar sus instalaciones de la calle Balcarce. El 3 de junio de 1888, sobre la manzana de Gurruchaga, Murillo, Acevedo y Padilla (donde hoy están las torres), se coloca la piedra fundacional para la construcción de la planta y, tiempo después, en 1901, se levanta la Curtiembre “Establecimiento Villa Crespo”. A partir de la instalación de la fábrica, otras se instalaron cerca, como los Talleres Metalúrgicos Máspero Hnos., en Serrano 250, y la fábrica textil Dell’Acqua (primero en Corrientes y Thames, y luego del incendio de éste con otro edificio en Darwin y Loyola, construido en 1906, que aún existe).
Con sus propias manos y ladrillos provistos por la Fábrica de Calzado, los obreros construyeron sus casas en torno a ésta, luego del loteo de los terrenos, por 1889. En esos primeros loteos y remates ya se nombraba la zona cercana a la fábrica como “la Villa de Crespo”; Crespo era el intendente en ese entonces. Sin embargo, todavía muchos la denominaban “San Bernardo”, el nombre que se le dio a la Iglesia Parroquial ubicada muy cerca, en Gurruchaga 171, una de las edificaciones más antiguas del barrio, inaugurada el 19 de agosto de 1896 pero que ya funcionaba como registro civil y electoral desde 1894. La construcción de esta iglesia, así como de la Biblioteca Popular de San Bernardo en 1910 (hoy Biblioteca Popular Alberdi), y de la escuela, fueron alentadas por Don Salvador Benedit, gerente de la fábrica de calzado y quien había impulsado la compra de los terrenos. Don Benedit fue presidente de la Biblioteca y co-fundador del periódico El Progreso, con sede en Malabia y Corrientes.
Del otro lado de Corrientes hacia Córdoba, el barrio se denominaba Villa Malcolm, ya que fue el escocés John Malcolm el dueño de esas tierras comprendidas aproximadamente entre las actuales Estado de Israel, Corrientes, Córdoba y Darwin. “El querido Juan”, como lo conocían en el barrio, impulsó varias obras solidarias, como la construcción de la Iglesia de San José, en Gurruchaga 1012. En su recuerdo nació el Club Villa Malcolm, en Av. Córdoba 5064, inaugurado en 1928.
Foto de María de los Ángeles Marechal
Por esos primeros años, el loteo era sobre tierras que habían pertenecido a familias aristocráticas: los Balcarce, Benedit, Dufour, Comastri. Ésta última tenía su mansión donde hoy se encuentra el colegio Hermitte, en la manzana de Loyola, Bonpland, Fitz Roy y Aguirre. Todavía perdura su mirador, recientemente restaurado. Otra quinta loteada fue la de Henry Southern, en Warnes y Antezana. Según cuenta el historiador villacrespense Del Pino, Diego A. en su libro sobre el barrio, “El palacio se fraccionó, y lo cierto es que allá por 1935 se podían ver, en el número 46 de Antezana, tres ojivas y algunas columnas.. Y por allí se escuchaban los gritos de los niños jugando, el martilleo de un italiano zapatero o el parloteo de un vendedor sirio-libanés...”. La última familia en donar sus terrenos fueron los herederos del Gral. Benito Nazar, donde finalmente se levantaría la plaza homónima, la única que quedó en el barrio.
Con el desarrollo industrial que escupía en el Maldonado (y éste que desataba su justa furia con grandes inundaciones) y las olas de inmigrantes, la zona se empezó a poblar. En su mayoría eran judíos, asquenazíes y sefaradíes, polacos, rusos, croatas y armenios que habían escapado de la Primera Guerra. Eran tantos que el ídish era casi idioma oficial en el barrio. También había italianos y españoles que llegaban “para hacerse la América”. En la calle se podían comprar semillas de girasol, baclavá y pizza. Conforme cecía la población, más viviendas se hicieron necesarias. En esa época predominaban los conventillos. Uno famoso en el barrio fue el Conventillo Nacional, construido en 1918 (con entrada por Serrano 148-158 y salida por Thames 152), conocido luego como El Conventillo de La Paloma, que con mucho esfuerzo todavía resiste en pie.
Algunos otros edificios que nacieron junto al barrio fueron la primera Caja Mercantil, que fue el origen de la banca cooperativa, en 1908, en la calle Drago al 400; la farmacia del Águila, inaugurada el 14 de junio de 1895 y el mercado San Bernardo, de 1900 (Gurruchaga 333), entre otros.
VIDA CULTURAL
Mientras avanzaba el siglo XX, el barrio desarrolló a la par una vida cultural intensa. La esquina de Av. Corrientes y Scalabrini Ortiz sufrió innumerables transformaciones no solo en sus nombres. Dicen que desde los tiempos de Rosas allí había una pulpería, la que luego devino en el Almacén de Tachella, quizás el primer bar del barrio. El otro estaba en Dorrego y Corrientes, se llamó La Tapera, que “perduró hasta 1926 como Almacén y Casa de Comidas y para 1938 se había transformado en un café con cancha de bochas en el fondo”, según cuenta Diego A. Pino. En esa esquina durante décadas estuvo El Cafetal, y allí abriría luego el famoso “Imperio de Canning y Corrientes”, muy cerca de donde el partido comunista asentó su comité que contaba con varios adeptos en el barrio.
Para 1930, entre Juan B. Justo y Scalabrini ortiz había sobre Av. Corrientes, que entonces se llamaba Triunvirato, varios locales gastronómicos por cuadra, entre bares, cafés y glorietas. Nada que envidiarle a la Av. Corrientes del centro. Las glorietas, como La Victoria de Rossini (citada por L. Marechal en Adán Buenosayres), que se convertiría en el famoso café La Victoria, eran estilo “recreo”, con jardines, mesas al aire libre, juegos para chicos y espacio para bailar. Adentro, billares en los sectores cubiertos y palcos para la orquesta. También existían las lecherías, donde se vendía además de leche, crema y helados en verano, y café con leche. Algunas famosas del barrio fueron La Pura, en Av. Corrientes 5563, y La Esmeralda, frecuentada por hinchas de Chacarita y Atlanta. Sobre Gurruchaga, los sefaradíes abrieron sus bares “Izmir”, “Oriente” y “Franco”, y casas de inquilinatos y también tuvieron su primer templo, sobre la calle Camargo.
Los vecinos que pudieron conocer el barrio de aquellos años, con sus cafés, cines y teatros, la recuerdan con nostalgia. Entre los reductos tangueros estaban el Café de Venturita, cercano a la esquina con Serrano. El café San Bernardo o “El Nacional de Villa Crespo”, como también se lo conocía, era frecuentado por jugadores de billar y de ajedrez, ya que disponía de un amplio salón con mesas de juego y un palco en la mitad de la sala. En el primer piso estaba el Salón del Club Social. Allí hizo sus primeras apariciones la bandoneonista Paquita Bernardo. Otro lugar mítico fue el café de Peracca –o Salón Peracca– citado por Caledonio Flores y Cadícamo. Construido por José Cervera en 1890 como Teatro Villa Crespo, dicen que por su salón pasó la vida cultural de la primera década del siglo. El maestro Pugliese, Troilo, Paquita Bernardo, los más grandes del tango tocaban en Villa Crespo, paraban en los cafetines, almacenes y fondas que bordeaban el Maldonado. Pugliese incluso estudió en el barrio, en el Conservatorio Odeón, que estaba en Av. Corrientes 5375 casi Acevedo.
Hablar de la historia del barrio sin hablar de fútbol no sería justo. Va de la mano del tango y del café. En Villa Crespo, inmigrantes de diversos orígenes y religiones se unieron en un mismo club, el Club A. Atlanta, fundado el 12 de octubre de 1904. Para los primeros judíos inmigrantes, la pertenencia al Club fue una forma de afianzarse como argentinos y de integrarse socialmente, y para las generaciones siguientes, una forma de reafirmar sus identidades. A partir de los años 30, en Atlanta, como en casi todos los clubes de la ciudad, se realizaban actividades culturales, bailes donde tocaba la Orquesta del vecino Pugliese, o la de Feliciano Brunelli, por citar algunos.
Si hoy recorremos las calles del barrio podemos sentir su historia en cada esquina, aunque su fisonomía haya cambiado totalmente. Este barrio, como pocos, mantiene una memoria activa y una defensa de su identidad que sigue viva gracias a sus vecinos, hijos y nietos de aquellos que fundaron el barrio que tanto amamos.
“Y aunque se inunde mi casa por culpa del Maldonado/ yo sigo aquí aferrado hablándole a los que vienen / de los valores que tienen y a los que deben cuidar/ pues todo puede cambiar, los modales o el vestuario,/ pero nunca ha de morir la gloria de nuestro barrio”. Fragmento de Canto a Villa Crespo, de Carlos P. Ferrari (poeta y presidente del Centro de Jubilados del C.A. Atlanta)
LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS
Al cierre de esta edición, el barrio conmemoraba el segundo aniversario del fallecimiento del villacrespense Universal, Ben Molar, quien contribuyó ampliamente en la difusión y desarrollo de la cultura, y sobre todo el tango. “Falleció el mismo día en que transitábamos el Camino del Adán Buenosayres; recorrido que anualmente la Fundación Marechal, el Museo Saavedra, la Biblioteca Alberdi y nuestra Junta Histórica realizamos conjuntamente. Como si hubiese querido estar presente junto a su amigo Leopoldo Marechal, en un eterno recuerdo”, reflexiona Hugo Tornese, presidente de la Junta. La Junta de Estudios Históricos de Villa Crespo fue fundada en 1976 por el Dr. Cayetano Francavilla, y después de años de trabajo se refunda y en 2001 queda habilitada como entidad académica y representante oficial del barrio. Se ocupa no solo de mantener vivo el legado de los grandes vecinos y de alentar la participación vecinal, sino que mantiene el pulso activo en el impulso de leyes y defensa de su pasado histórico, patrimonio e identidad barrial. Entre sus logros se destaca que el Café San Bernardo fuera considerado Notable, así como la Parroquia homónima y la casa de Tres Arroyos que menciona Marechal en su libro. Hoy el Camino del Adán es un tramo del Circuito Histórico Cultural y Turístico de Villa Crespo que cuenta con la Declaración de la Legislatura Porteña Nro 554/09 de Interés Cultural para la CABA.
DATOS CURIOSOS
La Biblioteca Popular Alberdi guarda un ladrillo que perteneció a la chimenea de la Curtiembre.
La nave central de la Curtiembre fue una de las naves que formaron parte de la Exposición Universal de París (1889) para la inauguración de la Torre Eiffel.
La plazoleta que está Murillo, Warnes y Scalabrini Ortiz se bautizó en honor a Salvador Benedit, a instancias de La Junta barrial y de Estudios Históricos de Villa Crespo.
La familia Nazar todavía era propietaria de sus terrenos a principio de siglo XX°.A partir de una necesidad de Obras públicas de la Ciudad de lotear hasta lo máximo posible, se edificaron tres mitades de manzanas, pegadas al límite de propiedad de la quinta. Cuando el terreno que perteneciera a la antigua quinta de la familia Nazar se fue urbanizando como era previsto, se unieron las tres manzanas al juntarse la antigua zona edificada y la nueva, pero las formas de los lotes fueron conservados, haciendo que exista una diagonal que perdura incluso hoy en día, y los nuevos edificios construidos contra esta diagonal tengan que respetar este ángulo.
La curtiembre estuvo entre las más importantes en la primera mitad del siglo XX; y la Fábrica de calzado llegó a ser la más importante del país en su rubro.
Las calles: Del otro lado de corrientes se llamaba Villa Malcolm. Hasta 1871 Av. Corrientes, se llamó Camino de los Muertos, luego Boulevard Corrientes. Entre 1893 y 1937 se le cambió el nombre a Triunvirato, para acoplarla a la actual avenida que lleva ese nombre. Scalabrini Ortiz se llamó primero Camino del Ministro Inglés, luego Canning. Warnes era el “Camino de Moreno”, y Juan B Justo no existía, era el Arroyo de La Maldonado. Padilla se llamaba Chubut. Malabia se escribía con v corta.
Fuentes: Junta de estudios Históricos de Villa Crespo - barriada.com.ar - Web de la Biblioteca Alberdi - “El barrio de Villa Crespo”, Del Pino Diego A., Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1974. - “Historia de Villa Crespo”, Cayetano Francavilla, 1978, en Biblioteca Popular Benito Nazar. -
“Los bohemios de Villa Crespo. Judíos y fútbol en la Argentina”, de Raanan Rein, Ed. Sudamericana.