Lejos de querer hacer futurología nos preguntamos qué podemos sacar en limpio de estos meses que llevamos de cuarentena para pensar el después. Conversamos con la colectiva Ciudad del Deseo y con Ciudades Comunes para reflexionar acerca del espacio público y nuestro barrio pos Covid.
CIUDAD DEL DESEO
Entrevista a Mara Duer, Ailín Hernando y Sabrina Giuliano*
Quedó muy claro que las grandes ciudades son lugares hostiles para atravesar tanto una pandemia como la vida cotidiana en general. ¿Qué aspectos claves pueden mejorar nuestra relación con nuestro hábitat?
Pensamos varios ejes, el primero es recuperar la escala local a la hora de pensar qué es el hábitat. Con escala local nos referimos a las redes de proximidad que se fueron dando y potenciando con la cuarentena. Cómo esos vínculos empezaron a ser importantes en la escala local, barrial, con los vecinos, los comerciantes y, más allá de nuestra lejanía con las redes íntimas (porque no nos podemos juntar), cómo empezó a hacerse esa trama social en el barrio. Otro punto es la ruptura del binarismo público-privado. En esta experiencia de pandemia se aprendió mucho de ese binarismo que empieza a ser casi artificial, por suerte.
¿Cómo son esos vínculos? ¿Se modificaron, se fortalecieron?
En momentos de crisis y desborde empiezan a aparecer otros modos de hacer ciudad, de proximidad y creación.
El ejemplo es la unión de varios negocios y comercios, esto de pensar estructuras, nuevos productos que tiene que ver con construir una relación para poder salir adelante. Una cuestión colaborativa, ahí hay un ejemplo claro en Villa Crespo con las cajas AVC con productos, y también en Colegiales. Ese es un ejemplo de lógica que se gestó en este momento y que tiene estas características.
Esto se traslada también a quienes consumen: preguntarse a quién le compran. Algo cambió en nuestro rol de consumidores. Se trata de lograr trascender lógicas de un consumo responsable, que la ciudadanía pase por eso. Y que los ciudadanos vayan más allá del poder de compra. Cómo usamos nuestro barrio, cómo interactuamos con el espacio, cómo logramos tener agencia en nuestros ámbitos de circulación y que no dependa de poder comprar algo para poder modificarlo.Y que no se trate solo de los comercios trascendiendo la lógica de la competencia sino también que los ciudadanos cuiden su lugar.
Los límites entre lo público y lo privado se empiezan a desdibujar, al estar tanto tiempo en casa empezamos a escuchar a los vecinos, qué dinámicas tienen, se empieza a fusionar lo doméstico (que siempre se categorizó como privado) y se empiezan a trascender esos límites.
¿Cómo imaginan que será la circulación después de la pandemia? ¿Cómo podría ser el espacio? ¿Qué falta y qué se puede mejorar?
Pensando en la calle, la idea es que no sea solo un lugar de tránsito para ir a comprar. Hay cuestiones que tenemos que potenciar y otras que tienen que ver con tomar la calle, que deje de ser solo un espacio de tránsito y que empiecen a darse cuestiones más populares, de fiesta, de momentos de encuentro. Valorar cosas que se dan en el barrio: redes entre comerciantes y quienes consumimos y acompañarlo desde ciertas cosas que se puedan hacer: tomar decisiones, participar más activamente en las toma de decisiones sobre política urbana.
En los últimos años existieron muchas experiencias en Villa Crespo que tenían que ver con circuitos recreativos, sostener eso, y mecharlo también con algo del trueque, que no sea algo solamente gourmet que es una tendencia quizás medio peligrosa porque se convierte en algo exclusivo y excluyente. Pensar estos nodos y espacios que estimulen el acceso a todes y recuperar los usos del mobiliario público (una banqueta, plazas, todo el equipamiento urbano) , estimularlo para usos recreativos. Pensar las diferentes disposiciones que tienen las personas, las diferentes velocidades, capacidades, no es lo mismo una persona anciana que una joven en la ciudad. Se puede resolver pensando dispositivos específicos para que estén intercalados en la ciudad. El tema es cómo hacemos para producir ciudad en un marco que sea para todes. La “Interseccionalidad” es un concepto de la epistemología feminista que viene de los años 70, es clave poder visibilizar quiénes son los grupos más marginados o personas que no la están pasando bien dentro del barrio. Es un punto a detectar y ver qué se hace.
¿Cómo imaginan que podría ser Villa Crespo post-Covid?
Hay que pensar la lógica de la vivienda de otra manera. Por ejemplo, con espacios de cocinas compartidas, pensar los espacios de cuidado en una escala más barrial. Cuando decimos “cuidados” los pensamos entre las personas (adultos mayores, niñes) es una consciencia social sobre un otre. En esa consciencia quienes se hacen cargo, en general, son las mujeres y en general, en los espacios domésticos. La discusión empieza a ser quiénes se tienen que hacer cargo, quiénes participan. Puede ser en el espacio público, en espacios comunitarios, pensar cómo espacializar esos cuidados. En las viviendas se tienden a generar esos espacios más comunitarios, son espacios intermedios: ni adentro de tu casa ni el afuera de la calle. En un edificio está el SUM, ¿pero qué usos se le da? El planteo es cómo pensar un edificio o conjunto de viviendas. No es solo una cuestión física del edificio sino también de fortalecer los tejidos sociales.
Hay diferentes escalas del espacio urbano. Romper con la naturalidad de para quiénes se piensan esos espacios, porque en general se piensan desde un hombre hetero, cis, blanco, en edad reproductiva, que son quienes mayormente están en el lugar de toma de decisiones.
¿Cómo son esas ciudades pensadas para ese ciudadano neutro que no tiene dificultades para moverse, que no es un niñe? Está estudiado que los hombres tienen tramos más rectos de la casa al trabajo y las mujeres mucho más sinuosos porque son quienes se hacen cargo de los cuidados, de hacer las compras. Se trata de romper con la mirada de hombre neutro y pensar la planificación desde lo local y lo barrial para dialogar entre las diferentes escalas. Otro punto es compartir los servicios para abaratar costos, también el Estado puede generar políticas para hacerlo si hay una cantidad de vecinxs que se agrupan, por ejemplo.
Por último, cuidar los lazos que tenemos y que no desaparezcan las galerías, tanguerías, los clubes. Un ejemplo: las galerías del barrio podrían ser espacios de cuidado. Es un lugar para recuperar, hay tres o cuatro en el barrio.
Hay que tomar estas cuestiones que fueron apareciendo en la pandemia como un ejercicio para pensar nuestro presente, nuestro aquí y ahora. No vamos a volver a una nueva normalidad.
*Acerca de Ciudad del Deseo:
Ciudad del Deseo es una colectiva que reúne mujeres y personas disidentes con diversas trayectorias profesionales y militantes en busca de reflexionar en torno a los territorios, los cuerpos y las subjetividades desde una perspectiva feminista. Busca generar debates y nuevos diálogos en torno a los espacios que ocupan mujeres y disidencias en contextos urbanos con el fin de construir nuevos modos de devenir. En un marco de efervescencia transfeminista que estalla en cada uno de los ámbitos de la vida, la ciudad -como construcción social- no puede quedar afuera de esta pelea. Hoy, Ciudad del Deseo es un espacio/plataforma de acción múltiple que impulsa una amplia batería de proyectos, como intervenciones en el espacio público, mapeos colaborativos sobre usos y experiencias urbanas, instancias de formación y reflexión sobre la forma que asume la ciudad desde un enfoque feminista, entre otras actividades.
CIUDADES COMUNES
Entrevista a Agustín Frizzera*
Quedó muy claro que las grandes ciudades son lugares hostiles para atravesar tanto una pandemia como la vida cotidiana en general. ¿Qué aspectos clave pueden mejorar nuestra relación con nuestro hábitat?
La respuesta esperada es salir de la ciudad, la sensación que yo tengo es la contraria. Somos 14 millones de personas. Nos va a quedar una ciudad abandonada o perseguiremos un sueño de segunda de estar en un campito. Está bien que nos pongamos utópicos pero la tendencia es hacia la urbanidad. En Villa Crespo tenemos una ubicación tan genial que nos permite usufructuar bienes urbanos centrales: Parque los Andes, Parque Centenario, la Benito Nazar y la Plaza 24 de septiembre. En Gurruchaga y Jufré, aprovechando el pulmón de manzana,son intervenciones interesantes. En el contexto, dada la distancia social que se impone, necesitamos más espacio público para la gente. Gran parte de nuestras calles los recorren los autos, en ese balance, peatonalizar algunos lugares por ejemplo en Warnes, hacer usos más versátiles de las calles: peatonalizarlas, hacer bicisendas. Por otra parte, tenemos que bajar temperaturas, hay mucho cemento, eso se logra con el plantado de árboles.
¿Qué elementos de otras ciudades se podrían replicar en el barrio?
Lo que vi bastante, que tienen distintas maneras de nombrarse, son los livings urbanos con canteros y paredes pintadas, son usos efímeros en donde se gana espacio público al auto. Esos son espacios que no están del todo aprovechados y son espacios para crear cosas. No tenemos mucho edificio público pero eso habilitaría usos de plaza en las terrazas en este tipo de edificios. Por ejemplo Tokio se explota horizontal y verticalmente, acá eso no existe. Hay un tema público-privado: yo tengo una terraza pero no entra nadie. Pero de alguna forma tiene que aparecer ese espacio, dado que los lotes vacíos no los van a expropiar y tienen edificabilidad alta entonces vamos a tener que hacer algo ingenioso. Creo que hay que avanzar sobre las calles. En Barcelona por ejemplo se hace la expropiación de terrenos para la rehabilitación de los pulmones de manzana.
¿Cómo imaginas que cambiará nuestra manera de vincularlos y cómo puede el diseño de los espacios urbanos acompañar estos cambios?
Hay un riesgo de gentrificación del eje Warnes, se está palermizando. Cuidado porque Palermo avanza, el valor adquisitivo va a aumentar, la gentrificación es un tema: tenemos un capital enorme en Warnes. Tiene ese doble carácter: de Scalabrini Ortiz hacia el Parque Centenario y hacia Juan B. Justo otro. Esa parte está buena para ganar espacio, pero hay que pensar en el otro tramo. Y por esa zona tenemos probablemente la pieza más valiosa que es La Parroquia San Bernardo Abad en Gurruchaga (entre Muñecas y Murillo) que es la del Adán Buenosayres, hay que cuidar ese entorno. ¿Vamos a dejar la parroquia patrimonial perdida en medio de la nada entre torres o vamos planificar usos de una zona que previsiblemente va a cambiar?
Por otra parte, las ciudades cambian. Sería lamentable que se expulse población solo para hacer negocios. El punto es quién lo decide. Se pueden hacer operaciones morfológicas como por ejemplo los distintos usos de la calle que nombré antes. Me interesa la política, tiene que ver con la planificación urbana. La misión principal quizás sea volver a buscar que la gente coopere, que se involucre en una misión común. Y en ese sentido los actores comunitarios como Atlanta, la Asociación Benito Nazar, su Biblioteca Popular pueden tener roles clave.
*Acerca de Ciudades Comunes:
Ciudades Comunes es un proyecto de colaboración entre organizaciones para repensar la co-construcción de la ciudad a partir de la actual crisis sanitaria global. Reúne de manera deslocalizada, abierta y global a personas con experiencia en proyectos colaborativos que impactan en el territorio y la comunidad. Invita a proyectar escenarios futuros para lo público y lo común de manera colectiva a partir de la disrupción que nos trae la crisis sanitaria: ¿qué estamos aprendiendo, qué preservaremos, que deberíamos transformar? Ciudades Comunes son ciudades co-construidas desde lo común a través de la articulación y la acción colectiva de procesos dinámicos y abiertos. Las Ciudades Comunes ponen en valor prácticas e iniciativas basadas en la deliberación, la participación, la solidaridad, la sustentabilidad y los cuidados se definen por relaciones humanas fuertes, el protagonismo ciudadano, un proyecto de democracia directa, el derecho a la ciudad y una armoniosa habitabilidad ecosistémica.
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